30.1.06

CACERÍA DE FUMADORES CONSENTIDOS


Hubo un programa en el Canal9 valenciano digno de tenerse en cuenta como bonita campaña antitabaco. Es de suponer que habrá salido en otras cadenas, porque hay, sin duda, un "lobby" farmacéutico, de la industria química, para vender cosas estupendas y salutíferas a los que desean dejar de fumar. De hecho, es más que probable que ese "lobby" farmacéutico haya podido empujar al gobierno, a los gobiernos mundiales, haciéndoles ver lo caro que resulta cuidar a los enfermos provocados por el tabaco. No, desde luego, a los que mueren a causa del coche, de la contaminación del aire o la acústica... Seamos serios: la casi seguridad de que la industria química -la más poderosa del planeta- esté detrás de la cacería de fumadores- estriba en que nadie sueña siquiera en prohibir otras actividades contaminantes que enferman o aumentan el número de accidentes. La misma que discurrió aquello de Nuecleares, no. Gracias.

En el programa visto en la televisión valenciana, se sostenía que el "lobby" era el de las tabaqueras. Se anunciaban en revistas de fumadores y el pago era una forma de sostener la propaganda a favor del tabaco. Incluso el lobby había intentado convencer a médicos e investigadores para que quitaran importancia a la cosa. Pero la importancia está, y no tanto en el tabaco-hierba, como en los aditivos que mejoran el sabor, que enmascaran las molestias del humo en la garganta, y que tratan de provocar mayor adicción. Evidentemente el Prozac también es adictivo (y de uso universal), como el Trankimazín y tantos otros productos de la industria química.

Si se resume lo escuchado y visto, estamos frente a dos "lobbies" que juegan con los ciudadanos y que fuerzan la aparición o desaparición de leyes, o sea, que fuerzan al propio Parlamento. Y esta es la parte fastidiosa: preguntarse por la soberanía del pueblo frente a las multinacionales y comprobar que es más que posible para las empresas legislar para nosotros.

Siguen algunos GIF que se burlan del gran Asunto Tabaco. Con la advertencia de que el programa mencionado llegó a afirmar que todos los fumadores somos parte del lobby pro-tabaco y que ganamos buenos euros diciendo, sencillamente, que nos dejen en paz, o que, para variar, prohiban el uso de ambientadores, que también se las traen.
el Rector 007











20.1.06

FUMAR: SÍ/NO


EL TABACO SI/NO

NO.
por José Vicente Oltra.

Me encanta. Si, me encanta que los españoles sean tan cultos que conozcan a Larra más allá de ese best seller monárquico que ha resultado ser “El Doncel”. De otra manera no se explica que tanto canalla tenga esa afición desmedida a convertirme en el cañón de su chimenea, de rociarme el plato del postre de humo cuando no de ceniza. Si, vale, les gusta fumar. Y a mi reencuadernar libros y no por eso rocío su ensalada de engrudo. Puede usted fumar soltando más humo que un barco de los de antes, pero por favor, no nos ahume, ni a mi ni a mis hijos, con sus pitillos, pipas, puros o porros.

El problema es, una vez más, la educación. Si los fumadores respondieran todos a ese perfil de amabilidad extrema que nos quieren vender, no haría falta ninguna ley: el cáncer para el que se lo trabaja y todos tan contentos. Lamentablemente no es así, por lo que la alternativa pasa por educar o prohibir… y como si se educa cabe la posibilidad de que la gente termine pensando y no vote a ningún miembro de nuestra actual clase política, ahí lanzan esta ley. Ley corta, tremendamente corta: para encontrar un bar o cafetería libre de humos recorro tantos kilómetros que debo coger la guía Michelín.
Y es que no nos aclaramos. Si el tabaco es malo, es una droga, ¿a que esperamos para prohibir radicalmente esa peste marrón, para trocar los estancos en mercerías, y de paso castigar todo aquel producto cuyo consumo no solo produzca males en el individuo, sino en los que lo rodean?. A falta del pan de la educación, bienvenidas sean las tortas del castigo.

Puede que se me acuse de pedir un exceso de protagonismo para el estado, pero es que soy de los que creen que éste si debe ser padre; no comulgo con los liberales que se quejan de un estado omnipresente y piden libertad hasta para la seguridad social. Si no me gusta la ley es, precisamente, por corta, por ese miedo coprófago y cobarde que invade de forma natural al PP y de contagio al PSOE, casi ya más liberal que este: ojo que no nos acusen de estatalistas.

No se engañen: en realidad, yo quiero libertad. Libertad para mis pulmones. Rompamos con la dictadura de la nicotina.


SI
por Arturo Robsy

Coincido con mi médico y, ambos, con la ministra de sanidad económica: el tabaco es malo para salud y entrambos para la vida inteligente: el tabaco y la ministra. Porque la ministra y algunos más cobran de mis pulmones y encima me regañan. La cosa del
socialismo, que es muy estatalista: quiere repicar y estar en la procesión.
-¿Has visto que sino más duro?
-A todas horas, querido doctor. Aquí, esforzándonos para que me puedas mirar las resonancias y esas cosas y recetarme jarabitos, y los estatalistas tratando de acomplejar.
-¿Sabes aquel que dice “El hombre guapo ha de oler a vino y a tabaco”?
-Pero me sé el de tres tristes tigres.
Miramos el reloj.
-Te toca. -le digo.
Mi buen médico vigila por la rendija de la puerta:
-Ni uno de UGT.
Y ambos abandonamos la consulta y, como si discutiéramos sobre un colon irritable, llegamos al patio de ambulancias y nos ponermos a fumar como si no fumásemos.
-Si no fuera por nosotros. -comento.
-Imagínate que nadie se muriera. Qué ruina. -filosofa el doctor.
Y, además, nos matamos al aire libre, como está mandado. Si no es el tabaco, será la pulmonía.

9.1.06

CAZANDO A LOS FUMADORES.Romance

Los Flacos, de Brueghel

ROMANCE QUE DICE “CAZANDO A LOS FUMADORES”

Iba la ministra triste,
con su gabinete entero,
cazando a los fumadores
enemigos del progreso.
Los tíos se le escondían
en ocultos fumaderos
do no llegaban las multas
ni los perros de rastreo.

“Buscad, buscad, le decía
a la jauría de perros,
que yo misma y ahora mismo
mil cigarrillos me huelo
en el propio ministerio.
Traidores, traidores tengo,
en los vecinos despachos,
que fuman cual carreteros
con aire acondicionado.
La lealtad, ¿qué se ha hecho?

La lealtad, ¿dónde ha ido?
Mil funcionarios perversos
me fuman por los rincones,
me fuman a puro huevo
y se ríen de mis leyes
mientras ahuman al pueblo
y me ahuman a mí misma
con ilegales inciensos

¡Ay, España! ¡Ay, España!
¡Qué ilegalota te has vuelto!
Te das demasiados humos
que cuestan mucho dinero.
Mátate por carretera,
que sólo cuesta el entierro
y que sale más barato
que los largos tratamientos;
mátate incluso a navaja
por los callejones negros,
pero no mueras fumando
y arruinando el presupuesto.

Iba la ministra triste,
con su gabinete entero,
cazando a los fumadores
enemigos del Derecho.
“Fumadores, fumadores,
volved a vuestros infiernos
y el aire sólo olerá
a coche y a aparcamiento!

Este romance lo hizo,
en un poético rapto,
de azules humos henchido,
Miguel Pons con un cigarro.

Arturo Robsy

7.1.06

DE LAS VIRTUDES DEL TABACO

Trapisonda semper maquinat
DEL TABACO Y SUS GRANDES VIRTUDES.
Por el Dr. Monardes.


Nicolás Monardes, médico sevillano de origen genovés que ejerció hacia finales del siglo XVI, publicó en 1574 un libro llamado «Primera y Segvnda y tercera partes de la Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales que siruen en Medicina», de cuyo segundo libro se saca lo que hace referencia al tabaco, para que el lector moderno comprenda que aquella gente no sólo tenía manga ancha con el tabaquismo sino un alto concepto de la planta que llevó a la clase médica a introducir en la población tan deplorable vicio que, siglos después, sería cancerígeno. Entonces, no.

La obra, en tres tomos, fue editada de nuevo en 1988, en Sevilla, como un punto más de los fastos de 1992.

Para evitar sufrimientos al lector, se copia en ortografía moderna, salvo algunos casos que valen la pena tal cual:

DEL TABACO Y DE SUS GRANDES VIRTUDES
(Hay que decirlo: el tabaco no es virtuoso)

«Esta yerba que comúnmente llaman Tabaco, es yerba muy antigua y conocida entre los Indios, mayormente entre los de Nueva España: que después que se ganaron aquellos reinos, de nuestros Españoles: enseñados por los Indios, se aprovecharon de ella, en las heridas que en la guerra recebían: curándose con ella, con grande aprovechamiento de todos.»

«De pocos años a esta parte se ha traído a España, más para adornar jardines y huertos, para que con su hermosura diese agradable vista, que por pensar que tuviese las maravillosas virtudes medicinales que tiene. Agora usamos de ella más por sus virtudes que por su hermosura, porque cierto son tales que ponen admiración»

«El nombre propio suyo entre los Indios, es Picielt, que el de Tabaco es postizo, de nuestros Españoles, por una Ysla do hay mucha cantidad de él, llamada este nombre Tabaco.»

«Ahí la y nace en muchas partes de las Indias, ordinariamente en lugares humidos y sombríos, es menester que sea tierra bien cultivada de se sembrare, y que sea tierra libre. Siémbrase en todo tiempo en las tierras calientes, y en todo tiempo nace: en las frías se ha de sembrar por el mes de Marzo, porque se defienda de las heladas.»

Sigue una descripción de la planta o «yerua» y entra por fin Monardes, en el magnífico asunto de las virtudes del Tabaco:

«...Guárdanse las hojas después de secas a la sombra, para los efectos que diremos y se hacen polvos, para usar de ellos en lugar de las hojas, que do no se halla esta planta, usan de los polvos en lugar de ella, porque no la hay en todas partes, lo uno y lo otro se guarda por mucho tiempo, sin corrupción. Su complexión es caliente y seca, en segundo grado.»

«Tiene virtud de calentar, resolver, con alguna estipticidad y confortación. Coglutina y suelda las frescas heridas, y las cura, como dicen, por la primera intención: las llagas sucias limpia y mundifica y reduce a perfecta sanidad, como se dirá de todo adelante. Y así diremos de las virtudes de esta yerba, y para las cosas que aprovecha, de cada una en particular.»

«Tiene esta yerba Tabaco, particular virtud de sanar dolores de Cabeça, en especial proviniendo de causa fría: y así cura la Axaqueca, cuando de humor frío proviene, o viene de causa ventosa hanse de poner las hojas calientes sobre el dolor, y multiplicándolas las veces que fueren menester, hasta que el dolor se quite: algunos las untan con aceite de azahar, y hacen muy buena obra.»

«Cuando por Reumas o por aire, o por otra causa fría, se envaran las cervices, puestas las hojas calientes en el dolor, o envaramiento de ellas, lo quita y resuelve y quedan libres del mal. Y esto mismo hacen en cualquier dolor que haya en el cuerpo, y en cualquier parte de él, porque siendo de causa fría, y aplicadas como está dicho, lo quita y resuelve, no sin grande admiración.»

«En pasiones de pecho, hace esta hierba maravillosa obra, en especial en los que echan podres y materia por la boca, y en Asmáticos y otros males antiguos, haciendo de la yerba cocimiento, y con azúcar hecho jarabe y tomado en poca cantidad, hace expeler las materias y pudriciones del pecho maravillosamente. Y tomando el Humo por la boca hace echar las materias del pecho a los Asmáticos.»

O sea, que ya hemos llegado al fumeteo recomendado a los asmáticos, gente que sin duda lo agradecería al recuperarse del sofoco.

«En dolor de estómago causado de causa fría, o ventosa, puestas las hojas muy calientes, lo quita y resuelve, multiplicándolas hasta que se quite. Y han de notar, que las hojas se calientan mejor, que en otro modo, entre ceniza, o rescoldo muy caliente, metiéndolas en él, y allí calentarlas muy bien: y aunque se pongan encenizadas, hacen mejor y más poderoso efecto.»

«En opilaciones de estómago, y de bazo principalmente, es grande el remedio de esta yerba, porque las deshace y consume: y esto mismo hace en cualquier otra opilación o dureza que haya en el vientre, siendo la causa humor frío o ventosedad. Han de tomar la yerba verde y majarla, y con aquel borujo fregar la dureza por un buen rato, y al tiempo de majar la yerba, le echen unas gotas de vinagre para que haga mejor su obra: y después de fregado el lugar, pongan encima una hoja, o hojas del mismo Tabaco calientes, y así esté hasta otro día, que se haga lo mismo: o en lugar de las hojas, pongan lienzo mojado en zumo caliente.»

Da algunos consejos más sobre cómo hacer del tabaco un producto salutífero y vuelve los ojos hacia la «yjada»:

«En dolor de ijada hace esta yerba grandes efectos: puestas las hojas entre ceniza, o rescoldo caliente, que se calienten bien, puestas sobre el dolor, multiplicando las veces que fueren menester. Es bien en los cocimientos que se hubieren de hacer, para los clísteres, echar en ellos, con las demás cosas, las hojas de esta yerba, que aprovecharán mucho: y así mismo para las fomentaciones y empastos que se hicieren.»
Este camino, el del clíster o lavativa, ha caído en desuso para el consumidor de tabaco. Por comodidad más que nada.

«En Dolores ventosos hacen el mismo efecto, quitando el dolor que de la ventosidad proviene: aplicando las hojas de la misma manera que está dicho, que se han de poner en el dolor de ijada: hanse de poner cuan calientes ser pudiere.»

Otra de las virtudes silenciadas actualmente por la inicua campaña: el tabaco previene y combate la ventosidad y, por lo tanto, favorece el aire limpio e inodoro.

«En pasiones de mujeres, que llaman mal de Madre, poniendo una hoja de esta yerba Tabaco bien caliente, en la manera que está dicho, hace manifiesto provecho: ha de se poner en el ombligo, y bajo de él. Algunos ponen primero cosas de buen olor en el ombligo, y encima ponen la hoja. En lo que se halla manifiesto provecho, es poner la Tacamahaca, o «Azeyte de Liquidambar», y bálsamo y Caraña: cualquier cosa de estas puesta en el ombligo, y traídas a la continua: o de todas ellas hecho pegadillo, hace en pasiones de madre manifiesto provecho.»

Por el método didáctico de la proximidad, Monardes pasa a la consideración de la lombriz:

«En lombrices, y todo género de ellas, que sean Gusanos o cucurbitinas, las mata y expele maravillosamente el cocimiento de la yerba hecho jarabe delicadamente, tomado en muy poca cantidad: y en el zumo de ella puesto en el ombligo: es menester después de hecho esto, echarles un clíster que las evacúe y expela de las Tripas.»

Esto puede ser un nuevo camino para la industria tabaquera: hacerlo jarabe, si bien habría que encontrar algo que hiciera innecesaria la posterior lavativa.

«En pasiones de junturas, siendo de causa fría, hacen maravillosa obra, las hojas del Tabaco, puestas calientes sobre el dolor: lo mesmo hace el zumo puesto en un pañito caliente: porque se resuelve el humor y quita el dolor. Si es la causa caliente hace daño: salvo cuando ha sido el humor caliente, y está resolvido lo subtil y queda lo grueso, que entonces aprovecha, como si fuese la causa fría.»

Y una nueva ventaja que aún hoy pervive y no son pocos los consejos que recomiendan aguantar el humo en la boca, contra la muela cariada:

«En dolor de Muelas cuando el dolor es de causa fría o de reumas frías, puesta una pelotilla hecha de la hoja del Tabaco, lavando primero la muela con un pañito mojado en el zumo, quita el dolor, y prohibe no vaya la putrefacción adelante. En causa caliente no aprovecha: y este remedio es ya tan común que todos sanan.»
Para un padecimiento en retroceso:

«Cura esta yerba maravillosamente los Sabañones, fregándolos con el Borujo, y después metiendo los pies y manos en agua caliente con sal, y trayéndolos bien abrigados. Esto hace con grande experiencia en muchos.»
Y he aquí una historia de conquistadores, donde se ve claramente que los indios Caribes estuvieron a punto de exterminar a «nuestros Españoles», que al final les madrugaron:

«En Venenos y en heridas venenosas, tiene grande excelencia nuestro Tabaco: lo cual se ha sabido de poco tiempo a esta parte. Que como los Indios Caribes, que comen carne humana, tiran sus flechas con una yerba, o composición hecha de muchos venenos con la cual tiran a todas las cosas que quieren matar: Y es tan malo y tan pernicioso este Veneno, que mata sin ningún remedio, y los heridos mueren con grandes dolores y accidentes rabiando, sin haber hallado remedio para tan gran mal. De algunos Años a esta parte han usado echar Solimán en las heridas y se remediaban algunos: y cierto en aquellas partes se ha padecido mucho con este daño.»

El doctor Monardes sigue pasando revista a las virtudes tabaquiles, intercalando aventuras con los indios caribes, cuyas flechas envenenadas, siempre mortales, quedaban desvirtuadas por la aplicación del tabaco. También se usaba contra en envenenamiento por hierba de ballestero, carbunclos, en heridas recientes y en llagas viejas, para matar los gusanos que viven en tales llagas, en empeines, tiñas y otros males. Entra por fin el buen doctor en la pura potencia del tabaco, muy superior a la que conocemos hoy, pues tenía la virtud, fumado, de privar a indios y a negros:

«Usan los Indios de nuestras Indias Occidentales del Tabaco, para quitar el cansancio, y para tomar alivio del trabajo, que como en sus Arreytos, o bailes trabajan y se cansan tanto, quedan sin poderse menear, y para poder otro día trabajar, y tornar a hacer aquel desatinado ejercicio: toman por las narices y boca el humo del Tabaco, y quedan como muertos, y estando así, descansan de tal manera, que cuando recuerdan, quedan tan descansados que pueden tornar a trabajar otro tanto, y así lo hacen siempre que lo han menester: porque con aquel sueño recuperan las fuerzas y se alientan mucho.»

«Los negros que han ido de estas partes a las Indias, han tomado el mismo modo y uso del Tabaco que los Indios: porque cuando se ven cansados lo toman por las narices y boca, y les acontece lo que a los Indios, estando tres y cuatro horas amortecidos: y quedan livianos y descansados para más trabajar: y hacen esto con tanto contentamiento, que aunque no estén cansados se pierden por hacerlo, y ha venido el negocio a tanto, que sus amos les castigan por ello, y les queman el Tabaco, porque no usen de ello: y ellos se van a los Arcabucos y partes escondidas para hacerlo: que como no se pueden emborrachar de vino, porque no lo tienen, huelgan de emborracharse con el humo del Tabaco: yo los he visto aquí hacerlo, y acontecerles lo dicho. Y dicen que cuando salen de aquel embelesamiento o sueño, se hallan muy descansados, y que se huelgan de haber estado de aquella manera, pues de ello no reciben daño.»

De donde se deduce que los enemigos del tabaco nacieron a la vez que los fumadores, sobre todo si éstos dejaban el trabajo por el humo, y que los efectos del tabaco sobre la psique se han suavizado desde que la industria ha tomado cartas en el asunto.

Rector Robsy

(Hay todo un libro invertido en esta clase de medicina, a su disposición en Trapisonda: escoja "Medicina Letal" en el menú

6.1.06

TÉCNICAS PARA FUMAR FUERA DE LA LEY

TÉCNICAS PARA FUMAR FUERA DE LA LEY
(Se certifica que esto fue escrito, por arte de adivinación, hace ya diez años)
La libertad también se mide en tabaco o, al menos, en la capacidad de echar humo que debe tener el hombre libre con pulmones, ese hombre libre fumador que es perseguido mientras ve cómo el consumo de todo tipo de drogas, incluidos el bingo y la TVE, está "despenalizado", lo mismo que el uso y disfrute de los tubos de escape, sin duda benéficos para el gremio del automóvil.

Cada vez son más las dependencias -oficiales y privadas- con el
fatídico cartelito del cigarrillo cruzado por una barra roja o por
un aspa. Y si algo hiere a un fumador es saber que no puede ejercer:
las manos, como en un reflejo, se le van al tabaco y al mechero y la
mente, libre y silenciosa, vuela hacia la madre del que inventó los
rótulos.

Pero Dios dotó al fumador de mecanismos de alta precisión que le permiten hacer frente a la adversidad. Uno de ellos es el pensamiento lógico y, gracias a él, aquí tienen ustedes varios métodos contrastados para conseguir fumar donde no dejan:

El más elemental, pero de sorprendentes resultados, es encender el cigarrillo con toda tranquilidad. Sólo el dos por ciento de los funcionarios y alguna señora gruñona llegan a expresar una opinión desfavorable. El español, junto con las ovejas, es uno de los seres más tolerantes y benditos de la creación. Si resistió a Borrell con una sonrisa, ¿por qué no un poco de humo aromático?

Pero ese peligroso dos por ciento de funcionarios, compuesto por enfermos del estómago y del hígado y por maridos traicionados, puede entrar en acción y exigir que cese el humo. El buen fumador no debe desorientarse ni ceder a su innata cortesía:

-¿'Omo 'ice? -preguntará, imitando la brillante prosodia de los sordomudos y se llevará la mano a la oreja para dar mayor énfasis.- ¿'Asa algo?

Y se sigue fumando, diga lo que diga el funcionario, allá él con
sus amígdalas.

Otro método de probada eficacia es romper a toser, dejando bien
claro que los pulmones, de un momento a otro, van a abandonar su
receptáculo natural y salpicar el entorno. Cuando todos se han
percatado de su grave estado, el fumador enciende el pitillo y se
"recupera". Puede, como labor de adorno, añadir que sólo el tabaco
le alivia las crisis agudas de asma. Aunque endurecidos por la
lectura del reglamento, los funcionarios no se oponen jamás a una
cura de urgencia.

Otro camino, más progresista y sutil, estriba en negar la
evidencia: no es tabaco, es un porro y fumar porros es legal.
¿Quiere alguien privarle de sus derechos constitucionales? ¿Hay
algún guardia en las cercanías o, al menos, un fiscal?

Al fumador se le desprecia, por inofensivo, pero al drogadicto se
le respeta oficialmente, tanto porque se le teme como porque es cosa
democrática y sabida que usa navaja. En realidad este método no es
otro que el de dar conversación mientras se sigue fumando: ¿Es que
no ha leído la última sentencia del Tribunal Constitucional? Las
cosas, si son legales, se pueden hacer siempre. Nunca unas veces sí
y otras no. ¿Cree que aquí dentro no se puede robar y fuera sí?
Etcétera, hasta que se acaba el cigarrillo.

Las mujeres, siempre protegidas por la naturaleza y por la ley de discriminación positiva, tienen el mejor remedio tan pronto como el funcionario se dispone a
hacerles sentir el peso de la jerarquía:

-Es que estoy embarazada. Un antojo, ¿sabe?

Y vencen al primer asalto, siempre que no sobrepasen los setenta años y la mente lúcida del funcionario alumbre alguna sospecha.

¿No sería más fácil distribuir mascarillas entre los no fumadores? Porque, si de veras el tabaco es más perjudicial para los pulmones que las instrucciones de la declaración de la renta para el cerebro, ¿no debería la administración mostrarnos a un no fumador que no vaya a morirse nunca? Entonces, sólo entonces, parlamentaríamos.